Al sistema de subsidios y los cambios que traerá la implementación de la tarjeta Sube a nivel nacional en todos los medios de transporte se refirió esta semana Schiavi, en el programa Hoy más que nunca, que se emite por radio Nacional, y que Miradas al Sur reproduce en la edición dominical.
¿Cómo se organiza un sistema de transporte en que interactúan, por un lado, un emprendimiento privado como el Monedero y, por el otro, uno público como el Sube, para aliviar los problemas de congestión de trenes y colectivos?
–El Sube es una herramienta que en un primer momento sólo aparecía como una medida para que la gente viaje sin monedas. Ése es el primer efecto; sin embargo, tiene otros. Uno, por ejemplo, es controlar a los colectivos que dicen prestar una secuencia determinada para que efectivamente la presten; que lo que nosotros estamos pagando como Estado Nacional, en términos de subsidios al transporte, verdaderamente vaya al transporte; que lo que estamos liberando como dinero para el gasoil vaya a los litros de gasoil. Hasta ahora, el sistema de control es un sistema de declaraciones juradas cruzadas. Con el Sube hay un registro muy claro de qué es lo que pasa con cada una de las líneas o de los sistemas.
Usted destaca la importancia del control. Uno tiene la sensación de que en las empresas de transporte hay criterios distintos.
–Es cierto, pero el transporte es una cosa muy dinámica y sería imposible hacer un sistema de control personalizado. Por ejemplo, hay mecanismos muy complejos para controlar una línea de transporte de colectivo que funciona de noche en Resistencia. No nos olvidemos que el transporte es uno solo y el Estado está presente en todo el país.
Pero siguiendo con la línea argumental, los puntos que más nos mueve en términos de desafío son la equidad y la justicia. En términos del Sube, es dejar de subsidiar empresas para empezar a subsidiar personas, dejar de subsidiar ofertas y subsidiar demandas. Si una persona vive en San Isidro, tarda media hora para llegar a Retiro en tren y paga 0,80 centavos.
En general viaja bien y con aire acondicionado. Sin embargo, hay otro argentino que vive en Laferrère y toma cuatro medios: colectivo, tren, subte, otro colectivo. Gasta más de ocho pesos, tarda dos horas y tiene el mismo sistema de subsidios. O sea que el Estado aplica una vara falsa ya que trabaja sobre la masividad. Entonces, estamos subsidiando en demasía a algunas personas y siendo injustos con otras.
Esa persona que se toma cuatro sistemas de transporte, con la tarjeta tendrá una integración tarifaria. Quizá yo podía cobrarle un viaje nada más, porque sé que esa persona genera una cadena de viajes sucesivos para ir a trabajar. Esto lo permite el sistema electrónico. Nosotros estamos orgullosos del subsidio en términos de que es un estímulo al empleo ya que el 70 % de los usuarios del sistema público lo usan para ir a trabajar. Pero también creemos que, en algunos casos, al estar la tarifa baja estamos generando privilegios para algunos que no nos parecen correctos.
¿Cuál es el problema más urgente a atacar en materia de transporte?
–La clave es que la gente se incorpore masivamente. Recién en los próximos días habrá publicidad. Por ahora, lo hacemos muy lentamente. Todavía faltan lugares de recarga pero se están habilitando muchos. Retomando una pregunta anterior es importante que todos los fondos, tanto del Sube como de la tarjeta Monedero, sean administrados por el Banco de la Nación Argentina y cuya cuenta audita esa entidad financiera. Le pone lupa a toda esta actividad y en 24 horas el dinero está en la cuenta del transportista que llevó adelante el servicio. Nos parece que es una manera de ordenar y generar control, de generar políticas de transporte a futuro. Es la gran herramienta de políticas públicas en los próximos años en el área metropolitana y que además ya hay muchas consultas de gobernadores para nacionalizar el sistema.
¿Una estrategia de transporte público no debe estar ligada al proyecto de política de vivienda del país?
–Sí, el transporte público es como la red eléctrica. Hay que trabajar sobre la conectividad. Por ejemplo, pongamos el caso del ferrocarril Sarmiento, porque estamos haciendo ya el soterramiento. Vamos a poner muchísimos recursos del Estado Nacional en hacer esa obra que es meter ese tren en un gran túnel. El Oeste es la zona que más ha crecido en los últimos años, la que tiene peor conectividad, ya que no se pudo terminar la prolongación de la autopista del camino del Buen Ayre, con lo que estaciones que antes eran más pueblerinas, como Paso del Rey, hoy son muy importantes. Si nosotros técnicamente pusiéramos un 50 % más de oferta de transporte la llenaríamos. Entonces, eso es lo que puede predecir el transporte y eso también es otro capítulo del Sube. Empezamos a trabajar sobre la idea de tener desde el Estado planificaciones estratégicas, matrices de origen-destino, saber qué es lo que la gente quiere, adaptar los sistemas de transportes.
¿Hace mal el Gobierno en no comunicar mucho más esto, porque el transporte es una de las cosas más sensibles y esto que usted está diciendo es una decisión política de rastrear la demanda?
–A veces es infrecuente que desde un medio de comunicación se tomen el tiempo que hace falta para explicar esto. Algunas cosas son complejas, por ejemplo, por qué tomamos la decisión de aumentar o no una frecuencia de colectivos, o por qué el Estado Nacional ha emprendido un enorme plan de inversión y de derogación de los ferrocarriles metropolitanos. Un conglomerado urbano con millones de personas, que además consumen mucho, que han crecido en su productividad, que tienen empleo, que se mueven más, que salen todos los días, requiere inversiones que sostengan ese cambio. Son cosas que cuestan meter en la agenda pública. El transporte es una cosa cotidiana con muchos conflictos todos los días. La base es trabajar en términos de cómo garantizamos que la Argentina sea un país sustentable, que las regiones sean sustentables, que el área metropolitana sea un lugar vivible. El Sube es gratis, no hay que pagar por la tarjeta. Si no tienen la tarjeta y se pierden un poco, ahora en unas semanas reabre Tecnópolis y ahí se la damos gratis, hay un stand enorme donde se explica, se la damos, la cargamos, hacemos todas las cosas que se deben hacer para que el sistema funcione. Hay mucha gente que decía “esto no va a andar, porque no me dan el papelito y el papelito es mi constancia de viaje”. En realidad, uno tiene con esa tarjeta, con el número de tarjeta, el registro de todos los viajes que hizo con esa tarjeta, con lo cual es un elemento jurídicamente, judicialmente, desde el punto de vista registral, mucho más importante que un papelito que puede ser cualquier cosa.
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