“Hija, ésta es la fatiga de la muerte”, dijo San Martín a Merceditas poco antes de las tres de la tarde del 17 de agosto de 1850, hora en que dejó de existir a los 72 años en Boulogne-sur-Mer Francia.
Las últimas horas del General
“El día 17 el general se levantó sereno y con las fuerzas suficientes para pasar a la habitación de su hija donde pidió que le leyeran los diarios. Hizo poner rapé en su caja para convidar al médico que debía venir más tarde, y tomó algún alimento. Nada anunciaba en su semblante ni en sus palabras el próximo fin de su existencia. El médico le había aconsejado que trajera a su lado una hermana de caridad.
El doctor Jardon, su médico, y sus hijos estaban a su lado. El primero no se alarmó y dijo que aquel ataque pasaría como los precedentes. En efecto, los dolores calmaron, pero, repentinamente, el general, que había pasado al lecho de su hija, hizo un movimiento convulsivo, indicando al señor Balcarce con palabras entrecortadas que la alejara, y expiró casi sin agonía. Es más fácil comprender que explicar la aflicción de sus hijos en presencia de esa muerte tan súbita e inesperada”.
Singular coincidencia
“En la mañana del 18 tuve la dolorosa satisfacción de contemplar (en su lecho) los restos inanimados de este hombre, cuya vida está escrita en páginas tan brillantes de la historia americana. Su rostro conservaba los rasgos pronunciados de su carácter severo y respetable. Un crucifijo estaba colocado sobre su pecho, otro en una mesa entre dos velas que ardían al lado del lecho de muerte. Dos hermanas de caridad rezaban por el descanso del alma que abrigó aquel cadáver. Bajé en seguida a una pieza inferior, dominado por los sentimientos religiosos que se levantan en el corazón del hombre más incrédulo al aspecto de la muerte. Un reloj de cuadro negro,colgado en la pared, marcaba Las horas con un sonido lúgubre, como el de las campanas de la agonía, y este reloj se paró aquella noche en las tres, hora en que había expirado el general San Martín. ¡Singular coincidencia!… El reloj de bolsillo se detuvo también en aquella última hora de su existencia.
“Al día siguiente 19, al tiempo de colocar en el féretro los restos mortales del ilustre difunto, la caja de la guardia nacional resonaba casualmente en frente de la casa mortuoria; como si fuera homenaje militar tributado al guerrero que hizo resonar por vez primera en las altas cimas de los Andes los clarines y tambores marciales que acompañaron en Chile, el Perú y el Ecuador al estandarte victorioso de la independencia americana”. (Texto de Felix Frías que había llegado el 18 de agosto de 1850 a Boulogne-sur-Mer. )*
El mismo momento, aunque más poéticamente, no describe Abel Posse en su escrito Cuando el Águila desaparece (ver)
Los restos del General San Martín
Los restos del General Don José de San Martín descansan hoy en día en la en la Capilla Nuestra Señora de la Paz, que está ubicada en la nave derecha de la Catedral de Buenos Aires. El monumento que contiene al Libertador está hecho, casi en su totalidad, en mármol rosado, mientras que la base es de mármol rojo de Francia y la lápida de mármol rojo imperial. El sarcófago es de color negro belga.
Tres esculturas femeninas representan a cada uno de los países que éste liberó: Argentina, Chile y Perú. Junto a él se hallan las urnas con los restos de los generales Juan Gregorio Las Heras y Tomás Guido y los del Soldado Desconocido de la Independencia. La tumba está rodeada por una bandera argentina y custodiada por dos Granaderos.
La Iglesia Católica se habría opuesto a que se depositaran los restos del General San Martín dentro de la Catedral de la Ciudad de Buenos Aires, debido a la filiación masónica del Libertador. Por tal motivo los restos se encuentran en una nave separada del cuerpo principal del templo.
Hay quienes sostienen también que, debido a su filiación masónica, además de que el mausoleo se encuentre fuera de la planta principal de la catedral, el cuero del General esté inclinado con su cabeza hacia abajo, posición que es un símbolo de la supuesta condena infernal a la que, según la iglesia, serían condenados los masones.
Pero al parecer, esta llamativa posición se debe a que la tumba funeraria fue construida con menor espacio al que correspondía, ya que en realidad son cuatro ataúdes los que contienen los restos del Libertador. Esta particularidad se debe a que al momento de la repatriación de los restos, en Francia decidieron colocar el ataúd que los albergaba desde su muerto, en uno nuevo, y lo mismo pasó al hacer escala en Uruguay, luego en Buenos Aires la historia se repitió y no pudo ser acostado totalmente, por lo que debió colocarse en diagonal hacia abajo, aunque se sostiene que no con la cabeza hacia abajo.
* El texto de Felix Frías está tomado del Libro “San Martín Vivo” de José Luis Busaniche.
Ignacio dice
Muchas gracias Claudia!
Anónimo dice
Para el Ilustre San Martín una Triple Batería de Gr.: ! M.: destacado.-
Gracias por compartir en este espacio el recuerdo de uno de nuestros libertadores, tal vez el mejor homenaje es de aquellos de quienes no se espera,
saludos,
Claudia