El diario británico The Guardian consideró en un artículo publicado el domingo que “Grecia debería seguir el ejemplo de Argentina”. “Como lo demuestra la experiencia de Argentina después de 2002, cuando una crisis económica golpea, lo mejor es salir por su propia cuenta”, concluyó el matutino.
La nota de autoría del periodista económico Larry Elliott destacó que “Argentina proporciona un patrón como país que desafió a los fatalistas y salió adelante después de la devaluación y el default”.
También subrayó que “al igual que Grecia, Argentina intentó y no pudo arreglárselas con una mezcla de austeridad, rescates del FMI y renegociación de la deuda”.
“Cuando el país siguió su propio camino a principios de 2002, hubo predicciones de catástrofe económica, pero desde 2003 hasta 2007 el crecimiento promedio fue del 9% anual”, puntualizó el artículo.
El siguiente es detalle de la nota publicada por The Guardian:
“El desempleo en Grecia se sitúa en un récord del 21,7%, y más de uno de cada dos jóvenes de entre 18 y 24 años no tiene trabajo. La economía al final de 2012 será un 20% menor de lo que era hace cinco años y se ven pocas señales de que pueda revertirse esta caída en picada.
Por eso, cuando se eleva el clamor de que la salida de la eurozona sería una calamidad para Grecia, la réplica más obvia es: ¿Cuán peor le puede ir? Los griegos son plenamente conscientes de que la vida fuera de la moneda única sería difícil.
Ellos saben que la falta de pago de las deudas y devaluación de la moneda tendrá costos, que incluirán una caída probable de la producción, un fuerte ajuste en los niveles de vida y el riesgo de una inflación mucho más alta. Pero la alternativa – tras años de depresión económica en los que Grecia trata de hacerse más competitiva – tampoco suena como un lecho de rosas.
Como ideal, a Grecia le gustaría quedarse en el euro sin el nivel actual de austeridad, pero si estos objetivos resultan incompatibles, al final tendrá que elegir entre los dos. El argumento a favor de la salida se basa en cuatro pilares: tiene sentido económico, el sufrimiento terminaría más rápido, los costos son exagerados, y esto sería mejor para Europa.
Grecia está actualmente trabajando bajo una forma bastarda de una clase de programa de ajuste estructural que el Fondo Monetario Internacional impone a los países en desarrollo. La diferencia es que el clásico remedio del FMI es la devaluación sumada a la austeridad interna, para asegurar que las ganancias de una moneda más baja no se desperdicien a través de una mayor inflación.
Se espera que Grecia (y los otros países de la eurozona sacados a flote) salgan a través de una devaluación interna; recortes en los salarios y en el gasto público destinados a reducir costos y a aumentar la competitividad.
Esta salida, sin embargo, toma mucho más tiempo y puede ser contraproducente si la economía interna se reduce más rápido de lo que aumentan las exportaciones. Si esto ocurre, como lo ha hecho en Grecia, el problema de la deuda empeora.
Es por eso que los críticos del plan de rescate actual argumentan que mientras que Grecia sufriría graves costos por la transición a una estrategia independiente de salida de la crisis, la elección es entre una profunda recesión en forma de V y una década o más de depresión permanente.
Argentina proporciona un patrón como país que desafió a los fatalistas y salió adelante después de la devaluación y el default.
En la década de 1990, la posición de Argentina era bastante comparable a la de Grecia después de la unión monetaria. Se había fijado el peso con el dólar, una política que en la primera mitad de la década generó una baja inflación, pero en la segunda mitad de los noventa dio lugar a un crecimiento mucho menor.
A finales de la década de 1990, el tipo de cambio fijo se puso bajo tensión y, al igual que Grecia, Argentina intentó y no pudo arreglárselas con una mezcla de austeridad, rescates del FMI y renegociación de la deuda. Cuando el país siguió su propio camino a principios de 2002, hubo predicciones de catástrofe económica, pero desde 2003 hasta 2007 el crecimiento promedio fue del 9% anual.
Las comparaciones entre Grecia y Argentina no son precisas, porque Argentina es un gran productor de materias primas y devaluó cuando la economía mundial estaba en auge. Grecia, por el contrario, es parte de una zona estancada de recesión del euro, y la turbulencia causada por su salida de la moneda única podría empeorar las cosas.
Eso, sin embargo, es discutible, dado que Europa ha tambaleado de crisis en crisis desde que el alcance total del problema de la deuda de Grecia se hizo evidente dos años y medio atrás. Siempre y cuando se planifique una salida suave en lugar de una perjudicial y contagiosa (una salvedad muy grande, por cierto), el resto de la zona del euro podría ser capaz por fin de seguir adelante”.
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