La propuesta contiene doce títulos y 220 páginas, y comprende un paquete de modificaciones en el impuesto a las Ganancias, IVA, seguridad social, aranceles a la importación y contribuciones patronales.
La reforma es de carácter gradual y se espera que en un plazo de cinco años -para 2022- la presión tributaria caiga en un orden del 1,5% del PBI, de manera de alentar la inversión y la creación de empleo.
Entre las principales novedades se destacan:
– A pesar de las quejas de multinacionales como Coca Cola, se mantiene el gravamen de 17% para las gaseosas azucaradas.
– En tanto, se confirmó la decisión del Gobierno de dar marcha atrás con las alícuotas al vino, el champagne y la cerveza, tras la presión ejercida desde las provincias cuyanas.
– También se cumplirá, aunque a medias, con el reclamo de la gobernadora fueguina Rosana Bertone: habrá una reducción de las alícuotas del impuesto interno para artículos electrónicos, pero será escalonada, del 10,5% en 2018 hasta llegar al 2% en 2023.
– Se gravará la renta financiera, con una alícuota del 5% las ganancias obtenidas por los activos en pesos, y del 15% para las obtenidas por colocaciones en dólares.
– Se establece que las empresas que reinviertan sus utilidades tendrán una rebaja de la alícuota del impuesto a las Ganancias del 35% al 25%, y que de manera progresiva se pueda descargar lo que se abona en concepto del impuesto al Cheque a cuenta de Ganancias.
– Además, las empresas no pagarán aportes patronales hasta una remuneración bruta de 12 mil pesos para 2022, en una escala que comienza el año próximo.
Por otra parte, las compañías que inviertan y que en seis meses no hayan recuperado ese desembolso gozarán de la devolución anticipada del IVA.
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