Las últimas horas del General
“El día 17 el general se levantó sereno y con las fuerzas suficientes para pasar a la habitación de su hija donde pidió que le leyeran los diarios. Hizo poner rapé en su caja para convidar al médico que debía venir más tarde, y tomó algún alimento. Nada anunciaba en su semblante ni en sus palabras el próximo fin de su existencia. El médico le había aconsejado que trajera a su lado una hermana de caridad.
El doctor Jardon, su médico, y sus hijos estaban a su lado. El primero no se alarmó y dijo que aquel ataque pasaría como los precedentes. En efecto, los dolores calmaron, pero, repentinamente, el general, que había pasado al lecho de su hija, hizo un movimiento convulsivo, indicando al señor Balcarce con palabras entrecortadas que la alejara, y expiró casi sin agonía. Es más fácil comprender que explicar la aflicción de sus hijos en presencia de esa muerte tan súbita e inesperada”.
dijo a su hija, que lo asistía con la ternura de siempre: “C’est l’orage qui mene au port!” (“Es la tempestad que lleva al puerto”).
Singular coincidencia
“En la mañana del 18 tuve la dolorosa satisfacción de contemplar (en su lecho) los restos inanimados de este hombre, cuya vida está escrita en páginas tan brillantes de la historia americana. Su rostro conservaba los rasgos pronunciados de su carácter severo y respetable. Un crucifijo estaba colocado sobre su pecho, otro en una mesa entre dos velas que ardían al lado del lecho de muerte. Dos hermanas de caridad rezaban por el descanso del alma que abrigó aquel cadáver. Bajé en seguida a una pieza inferior, dominado por los sentimientos religiosos que se levantan en el corazón del hombre más incrédulo al aspecto de la muerte. Un reloj de cuadro negro,colgado en la pared, marcaba Las horas con un sonido lúgubre, como el de las campanas de la agonía, y este reloj se paró aquella noche en las tres, hora en que había expirado el general San Martín. ¡Singular coincidencia!… El reloj de bolsillo se detuvo también en aquella última hora de su existencia.
“Al día siguiente 19, al tiempo de colocar en el féretro los restos mortales del ilustre difunto, la caja de la guardia nacional resonaba casualmente en frente de la casa mortuoria; como si fuera homenaje militar tributado al guerrero que hizo resonar por vez primera en las altas cimas de los Andes los clarines y tambores marciales que acompañaron en Chile, el Perú y el Ecuador al estandarte victorioso de la independencia americana”. (Texto de Felix Frías que había llegado el 18 de agosto de 1850 a Boulogne-sur-Mer. ) (1)
Inspirado en estos hechos, Posse escribió “Cuando el Águila desaparece”, del cual les dejo el final del texto, pero lo pueden leer compelto aquí:
Escucha voces desde abajo. Parece que el doctor Gerard dice que es el 17 (él ya no le encuentra significado a los números del calendario).
Sabe que han llamado al doctor Jackson y hace un esfuerzo por llenar la caja de rapé, que le agrada al médico. Entonces siente el zarpazo que sabe final. El tigre que acecha desde las fiebres de Huaura esta vez lo venció. Se derrumba en el lecho.
Trató de calmar a Mercedes murmurando que “es la tempestad que lleva al puerto”. Se adormece. A veces surgen ráfagas de su filosofía íntima o atisbos del consuelo religioso. Pero nada agregan a su largo silencio ante la muerte. Nada puede rozar su misterio. Tiene la majestad de ese Aconcagua que está viendo ahora nítidamente recortado sobre el azul helado.
A las tres de la tarde siente la paz de entrar en ese calmo lugar donde intuye que no encontrará ni a su madre, ni a Remedios, ni a Sucre, ni al gran Bolívar.
“¿Hemos arado en el mar? No, general Bolívar. Tal vez sea poco lo que hemos hecho, algunas cabalgatas heroicas….tal vez pudimos hacer más. Pero ellos harán el resto y mucho más, estoy seguro. Le digo que América será. Argentina será.” (2)
(1) El texto de Felix Frías está tomado del Libro “San Martín Vivo” de José Luis Busaniche.
(2) Fragmento de “Cuando el Águila desaparece” escrito de Abel Posse, publicado en el diario La Nación el 17/08/1989 con motivo del 139 aniversario del fallecimiento de Don José de San Martin.
Beatriz dice
Se me han caído lágrimas leyendo estos textos.
Y recordé unos versos, creo que de Capdevila:
“A la hora de la muerte
Como hablando para sí
“Es la tempestad que al puerto
Lleva”, óyenle decir”.
Mi mamá nació un 17 de agosto.
Mi papá, el 25 de mayo.
Ignacio dice
Gracias a vos Santiago por tomarte el trabajo de leerlo e interesarte por esta tema
Impecable Ignacio! deberiamos conocer, leer y valorar lo que han hecho estos GRANDES de nuestra historia… Muchas Gracias!
Muy bueno, hoy mi viejo cumpliría años, el ya no esta hace 40 días y era un defensor de SM como pocos y aunque era peruano lo vivía como argentino y sudamericano excelente.
Gracias Cesa, un abrazo enorme!
buenisimo ignacio, no esperaba menos de ti. un gran abrazo. paula.
Gracias Paula, un recuerdo a Don José no puede faltar en el blog, saludos!
Excelente nota Ignacio. Me emoccioné al leerlo. Que suerte que podemos disfrutar leyendo otras cosas, no todo son Resoluciones y Decretos.
Saludos!
Gracias a vos, me alegro mucho que te haya emocionado, un abrazo enorme!