En la UBA, la matrícula de la carrera de Ciencias de la Computación en la facultad de Ciencias Exactas y Naturales creció un 40 % entre 2009 y 2010, pero aún así los 3.500 egresados al año apenas cubren la mitad de los profesionales requeridos por el desarrollo de la actividad en el país.
La mutación ha sido extraordinaria: hace 50 años se compraba e instalaba la primera computadora científica, Clementina, no existía un departamento de computación ni había una carrera para estudiar.
Clementina, la computadora pionera
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Pero desde 2003, el trabajo conjunto de los Ministerios de Educación y Trabajo, a los que se sumaron Industria y Ciencia y Tecnología, ha hecho que el promedio de alumnos que ingresa a las facultades de carreras vinculadas a la actividad de tecnología y particularmente de software, se ubica en 18 mil al año.
Se estima que unos 80 mil están cursando estas carreras y el número de egresados se ubica en promedio en 3.500 al año.
El sector, que marcó una tasa de generación de empleo calificado de 240 % entre 2004 y 2010, requiere de unos 7 mil profesionales por año, para poder hacer frente a la demanda nacional e internacional de desarrollo de productos terminados y de servicios informáticos.
El ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, Lino Barañao, que preside a su vez la Fundación Sadosky, destacó que “una política de Estado asegura resultados en materia científica y tecnológica. Desde el Ministerio tenemos una cantidad de iniciativas, ya lanzamos un fondo sectorial para tecnología e innovación en la comunicación, que como promedio tienen 3 millones de dólares de subsidios, y un sistema nacional de computación de alto desempeño, que comprende la compra de una supercomputadora, porque creemos que así se va a reposicionar a la Argentina entre los de más alto desempeño a nivel mundial”.
Enumeró las decisiones adoptadas: “elegir áreas prioritarias, entre ellas las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), invertir en equipamiento de alto porte, fomentar mecanismos activos para que los investigadores en el exterior pudieran regresar al país, buscar asociaciones entre la ciencia con el sector productivo y construir un nuevo departamento de computación”.
Créditos e informe completo: Prensa Argentina
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